Por las calles de la ciudad me cruzo con bastantes, no muchas, pero varias baldosas levantadas o destruidas. Algunas vícticas de la raíz de algún árbol cercano, tras que vaya a saber uno/a su historia, pero en cuyos huecos también se pueden ver algunos brotes verdes.
Me gusta pensar que entre tanto cemento, en realidad están recuperando su lygar. Algunos/as vecinos/as copados/as terminan haciéndole espacio, corriendo los pedazos de materiales que las rodean o no las dejan crecer, entre otras cosas.
No, no creo optimista e ingenuamente que estos brotecitos van a conseguir transformar la ciudad en campo, pero sí me recuerdan constantemente dónde o cómo quiero vivir, hacia donde voy y tal vez así, acompañando los brotecitos de las grietas, haciéndoles espacio entre todos y todas, quién sabe cómo terminará nuestra ciudad...
1 comentario:
no sé bien cómo habré llegado acá... es más, hace tanto que no uso blog, nunca lo usé mucho a decir verdad.
pero, qué bueno que llegué :)
me encanté con tu rinconcito un rato.
abrazos
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