"Las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio"
Juan Carlos Onetti.

miércoles, marzo 05, 2008

Un año después

Me levanté 6.30 y abrí el armario para ponerme la tan odiada y gastada chomba bordó. Ya me quedaba chica, y el bordó era medio rosado; pero qué importaba, no quedaba tanto tiempo como para comprarme una nueva. Me puse también el pantalón gris y las zapatillas (sí, las zapatillas, seguramente no me irían a decir nada). Desayuné, miré la tele, escuché música, Carlitos sacó el auto y arrancamos.

El mismo camino de todas las mañanas escuchando a la Negra. Me bajé del auto y corrí hasta la puerta del colegio, ya era tarde (como todas las mañanas) pero Norma había dejado un poco abierta la puerta. Ya habían subido así que recorrí las escaleras lo mas apurado que pude.

Llegué al aula y con miedo a encontrarla vacía abrí la puerta. Ahí estaban, sentados, parados o acostados. Facu dormía en el banco, como Yani. Nati y la Negra entraron corriendo porque se les había echo tarde. Mati hablaba con Agusty del fin de semana. Caro y Vale hablaban de las vacaciones. El gordo se reía sin parar y todos cantaban Sabrina Sabrina. Flor Tala charlando con Andrea. Y los demás, como siempre, riéndose. De repente, La Izco entró llorando con una correa de perro en la mano. Todo seguía igual.

La Escartucho nos pidió sacar una hoja para un diagnóstico. ¡¿Diagnóstico?! Imposible acordarse las cuentas, a caja, a cuentas a pagar, a tu vieja. ¿Cómo acordarse si en medio año nos estaríamos yendo a Bariloche a vivir una de las mejores semanas de nuestras vidas? También nos deben un retiro, de eso no nos olvidamos. ¿Donde hacemos la fiesta de egresados? ¿Hacemos un binguito o una feria del plato? ¡Qué vamos a hacer un diagnóstico!

Nos pusimos a cantar. Te la vas a tener que tragar, o una canción parecida. O puede ser que entre la tierra y el cielo. Tenía en el pecho algo que nunca mas iba a poder sentir. Difícil de explicar, esas cosas que solamente se sienten y así se comprueban. La sonrisa era todo.

Sonó el celular. Y el aula, los chicos, las canciones, todo desapareció. Estaba en mi pieza con el despertador sonando. Me levanté, busqué lo primero que encontré y así, sin peinarme y con mi mejor cara de culo, me fui hasta la parada del colectivo para ir a la facultad. Un año atrás empezaba todo...

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