Alimentar cada vez más
este fuego que nos invita a quemarnos, a prendernos, a (con)fundirnos en el
común andar, en el común amor que estamos aprendiendo a construir. Tomar la
posta, entender que ya no puedo acercarme a ese fuego sin sentir el calor, que
ya no le puedo ser ajeno ni ignorarlo. Macho, hombre, fuerte, violento,
mentiroso, asesino, musculoso, ingenioso. La mierda que se funde en el fuego,
pero termina abonándolo. Tomar la posta, cambiar los fueguitos diarios, estar
presente, no negar la propia existencia para otros… y para sí mismos.
Descongelar el hielo. Abrazarte y sentir tu amor, tu calor, que viene del mismo
fuego. Te siento cerca y te veo quemarte, y te estirás para que te salve, pero
nos fundimos juntos. Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas. Dejá
esas muñecas. No llores. No seas maricón. ¡Pateá bien! Vamos a las manos. ¡Mirá
ese culo!… y nos quemamos como iniciando un ritual que nos inicia como hombres
desde el amor y no desde el sometimiento sexual.
Caminar sobre las brazas
del mundo que se quema: se quema el patriarcado, la opresión, el sinsentido, la
violencia, las categorías. Mi responsabilidad es quemarme: veo las llamas arder
que me invitan, veo a otros varones que me invitan, que me aman, miro para atrás
y no veo nada que me quiera llevar, pero me los quiero llevar a todos conmigo.
La madera alimenta el fuego. Me acerco. Meto un pie, siento el calor que me
funde. Meto el cuerpo y cierro los ojos. Me dejo abrazar por las llamas, por
los hombres. Siento el amor.
Y me quemo.
2 comentarios:
Sebastián, realmente me encantó. Es un placer haber encontrado este blog. Un gran abrazo. Mechi C.
Tu blog me llena el alma en cantidades inmensas, no se como llegué pero agradezco haber podido leerte.
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